Pasos desnudos y escarchados
sobre la orilla de un viejo mar,
testigo primerizo de tantos viajes inacabados
a profundidades inanimadas,
lúgubres madres de un pobre huérfano,
testigos de suspiros imperceptibles
de un alma atrapado bajo el
débil sonido del viento frío.
Abrazos silenciosos y vacíos
que consuelan un espíritu vencido
por el tiempo, el mar y el olvido,
tan pesado e inexplicable como
un beso al amanecer tardío
iluminado por débiles rayos de sol.
Alma rota, despedazada y triste
que intenta alcanzar el desliz de
un cálido abrazo desconocido bajo un viejo peral.
Desesperados intentos de salir
a la orilla, nadar y vencer el deseo de olvido
ante unas palabras pronunciadas con
demasiado pesar y muy poco sentido.
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